Economía
 
Mayo 2012

YPF: AHORA, ¡ A PASAR EL INVIERNO!

Jorge Vasconcelos

 
 

Entre los objetivos estará atraer nuevos actores a la inversión petrolera.

Lograr muchos objetivos a la vez con un solo movimiento es siempre ideal. Pero para eso las metas tienen que ser congruentes entre sí. En el caso de YPF, se comprobó un triple objetivo del gobierno: a) retomar el control sobre la empresa b) hacerlo sin desembolsos inmediatos y, c) reflotar acuerdos con otras petroleras para dinamizar la inversión en el sector.

Si Repsol recurre a los tribunales, los tiempos no serán rápidos. Un caso comparable es el juicio de la petrolera Occidental a Ecuador, que se inició seis años atrás luego que el gobierno de ese país declarara la caducidad de las concesiones otorgadas. La demanda, por 3,3 mil millones de dólares, está en manos del Ciadi, pero sin definición al día de hoy. Extrapolando esta experiencia, los eventuales pagos por YPF deberían ser afrontados al final del mandato de quien resulte electo presidente en 2015.

El “beneficio” financiero está claro. Pero, ¿cuáles son sus costos?. En principio, este mecanismo entra en contradicción con otro de los grandes objetivos del gobierno, que es atraer nuevos actores a la inversión petrolera. Las condiciones que habrán de reclamar, luego de esta experiencia, serán más difíciles de satisfacer.

Dada la incertidumbre, probablemente aparezcan empresas interesadas en contratos del tipo “Production Sharing Agreements” (PSA) que se popularizaron en la Rusia de los ’90, por el que los inversores se quedan con una fracción del combustible extraído, sea gas o petróleo, para su libre comercialización internacional. Con los PSA las firmas intentan evitar sorpresas impositivas o cambiarias. ¿Llegará a tamañas concesiones el gobierno argentino?. Esta vía sería irritante para exportadores locales de la industria manufacturera, que sufren demoras en los reintegros y son conminados a liquidar divisas en plazos perentorios.

Al margen de estas especulaciones, la orientación que adquiera la política energética de aquí en más depende en buena medida de cual sea el verdadero diagnóstico oficial acerca de las tribulaciones de los últimos años, más allá del discurso político que concentra las culpas en Repsol. El cambio de escenario ha sido rápido y brutal para las cuentas externas y fiscales del país. Hasta 2007/08, el gobierno disfrutaba (en buena medida gracias a inversiones preexistentes) de años “mágicos”, en los que convivían un fuerte superávit del comercio exterior energético, significativos recursos fiscales aportados por retenciones al petróleo y los tributos sobre las compañías del sector y la complacencia de consumidores que pagaban tarifas de gas y combustibles líquidos alejadas del set de precios internacionales. Esa trinidad es ahora imposible y el gran interrogante es si el gobierno está dispuesto a resignar recursos fiscales y enfrentar la reacción de los consumidores (empresas y familias) en aras de otorgar más incentivos a la inversión en el sector.

Es claro que aquellos países de la región que mejor performance han tenido en los últimos años en materia de hidrocarburos han sido aquellos que mayor autonomía le han conferido a sus compañías, caso de Colombia y Brasil. El resultado ha sido inverso, con caída tendencial de producción, en aquellos que han impedido la competencia (México) o que, como en el caso de Venezuela, junto con el sesgo monopólico, le han asignado a su petrolera tantos objetivos a la vez (fiscales, sociales, de creación de empleo no genuino, etc) que terminan erosionando el principal.

Los funcionarios nacionales han sido explícitos: la prioridad es recuperar producción. Sin embargo, será necesario ver si el rediseño de los instrumentos es congruente con tal objetivo.

Por el momento, la pérdida del autoabastecimiento, junto con la fuga de capitales que hizo pico hacia octubre del año pasado, ha estado detrás de las sucesivas restricciones a la operatoria del comercio exterior y del mercado de cambios. El mix de controles y enfriamiento de la economía está llevando a un ajuste marcado de las importaciones en 2012, posiblemente en torno a 11 % interanual (sin contar combustibles), con bienes de capital cayendo todavía más. No es la forma más saludable de ampliar el superávit comercial.

El asunto es que no es sencillo romper la inercia. En la Argentina, la trama de subsidios cruzados es tan densa que cualquier cambio en la política de precios del sector hará crujir los eslabones de la cadena energética que suceden a la fase de extracción. No casualmente, al lado de las acciones de YPF se han observado caídas igualmente significativas en las compañías distribuidoras.

Además, hay que olvidarse de resultados de corto plazo. La magnitud de los problemas de abastecimiento energético que habrá de registrarse en 2012 dependerá más de la crudeza o no del invierno que de cualquier otra variable. Esto remite a una famosa frase de la política argentina...

Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea. La misma ha sido resumida para cumplir con las pautas de espacio de nuestra revista, no alterándose el sentido del contenido dado por el autor.